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LIBROS

Título: «El sueño del Rey Rojo»

Autor: Alberto Manguel (1948-)

Manuzio - 01 / abr / 2013

Le ha llegado el turno a uno de mis regalos de Reyes 2013; desde ese día, el 7 de enero, estoy leyéndolo. Me gusta leer ensayos, aunque su lectura obligue a una velocidad y actitud distinta, pero han de estar tan bien escritos, tan bien contados, como los de Alberto Manguel. Quien lo conozca ya sabrá que presumiblemente hablará, como así es, de libros, lectura, bibliotecas, escritores, lectores, editores… Y con un conocimiento y soltura apabullantes, salpicada de anécdotas propias y ajenas. Un conglomerado que lo hace apetitoso y sobre el que habrá que volver para disfrutarlo, por lo menos, a salto de mata.

«El sueño del Rey Rojo» reúne ensayos fechados entre los años 1987 y 2009 aparecidos en distintas publicaciones o en conferencias que Manguel ha estructurado conforme al siguiente esquema:

• Prólogo.
• I. ¿Quién soy yo?
• II. La lección del maestro.
• III. Memoranda.
• IV. Juego de palabras.
• V. El lector ideal.
• VI. El negocio de los libros.
• VII. Crimen y castigo.
• VIII. La biblioteca numinosa.
• Fuentes.
• Índice analítico.

El prólogo se inicia con este párrafo (quizás sea una buena definición de este Rincón del lector): «El tema de este libro, como de casi todos mis otros libros, es la lectura, las más humana de las actividades creativas. Considero que somos, en esencia, animales lectores y que el arte de la lectura, en su sentido más amplio, nos define como especie. Llegamos a este mundo empeñados en encontrar una narrativa en todo: en el paisaje, en el cielo, en las caras de los demás y, por supuesto, en las imágenes y palabras que nuestra especie crea. Leemos nuestras propias vidas y las de otros, leemos las sociedades en las que vivimos y aquellas que existen más allá de nuestras fronteras, leemos imágenes y edificios, leemos lo que se encuentra entre las pastas de un libro.

»Esto último es esencial. Para mí, la palabra impresa le da coherencia la mundo» (pág. 17). Y todo el libro, ordenado según se ha explicitado, demuestra lo dicho. El mundo es lo que es, lo vemos y lo entendemos en función de las palabras y de la relación entre ellas, soportadas por los libros y por su agrupación, las bibliotecas.

Escribe Javier Rodríguez Marcos en «El país» del 11-6-2012: «Alberto Manguel, bonaerense de 1948, vive en Francia desde hace una década y lleva en la solapa la minúscula insignia de la Orden de las Artes y las Letras de ese país. «"Hay que ponerlo en perspectiva", dice. “Sylvester Stallone también la tiene. Por las artes, claro. Letras tiene pocas”. “El sueño del Rey Rojo” es una selección de sus ensayos que va de la definición del lector y la biblioteca ideales a una historia de la página pasando por el libro electrónico o una crítica al editor (anglosajón) como «copiloto literario» de una obra.

+INFO:
- «Nuestro gran instrumento de supervivencia es la imaginación» de Javier Rodríguez Marcos, en «El País. Cultura», 11-6-2012, http://goo.gl/X5QFu

--
Manguel, Alberto (1948-). El sueño del Rey Rojo : lecturas y relecturas sobre las palabras y el mundo / Alberto Manguel ; traducido del inglés por Juan Tovar Elías. ― Madrid : Alianza Editorial, D.L. 2012. ― 509 p. : il. ; 23 cm. ― (Alianza literaria). ― Tít. orig.: A reader on Reading. ― Bibliografía: p. 483-487. Índice.― ISBN 978-84-206-0839-6

I. Tovar Elías, Juan, trad. II. Título. III. Serie. 1. Libros y lectura. 2. Crítica literaria.

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Comentarios a este apunte
  1. Cita 1.- «Con la invención de la especie "homosexual", la intolerancia creó a su presa. Una vez que se define un prejuicio, atrapa en sus fronteras a un grupo heterogéneo de individuos cuyo único denominador común es determinado por el prejuicio mismo. El color de la piel, los distintos grados de pertenencia a determinada fe, ciertos aspectos de las preferencias sexuales de cada quien pueden volverse y se vuelven el anverso de un objeto de deseo: un objeto de odio. Ninguna lógica rige estas elecciones: el prejuicio puede agrupar a un abogado indonesio y un poeta rastafari como "gente de color" y excluir a un ejecutivo japonés como "blanco honorario"; puede denostar a un judío etíope y a un jadísico estadounidense, pero rendir homenaje a Salomón y a David como pilares de la tradición cristiana; condenar a un adolescente gay y al pobre Oscar Wilde, pero aplaudir a Elton Jhon e ignorar la homosexualidad de Leonardo da Vinci y Alejandro Magno» (pág. 75).
    Manuzio. Comentario enviado hace 11 año(s) y 234 día(s). Valoración: -.

  2. Cita 2.- «A mitad de su discurso, Sócrates considera los riesgos que un hombre correrá si está dispuesto a decir la verdad en el mundo de la política: "no existe hombre que sea capaz de sobrevivir enfrentándose noblemente a vosotros o a cualquier otra comunidad de personas e impidiendo que se produzcan en la ciudad numerosas circunstancias injustas e ilícitas. Quien realmente quiera luchar por la justicia, si pretende vivir algún tiempo, por breve que sea, forzosamente habrá de ceñirse al ámbito privado en lugar de al público"» (pág. 168, III. «Memoranda. La perseverancia de la verdad»). Después de los siglos transcurridos, es deprimente.
    Manuzio. Comentario enviado hace 11 año(s) y 234 día(s). Valoración: -.

  3. Cita 3.- «Y España apenas está aprendiendo las lecciones que Cervantes trató de enseñarle hace cuatro siglos -aunque aún no parece dispuesta a reconocer su significado pleno-. Aunque hoy en día en general se reconoce la existencia de una España judía y árabe, la cuestión de una identidad nacional falsa ha vuelto a surgir en la negativa de España de reconocer los crímenes del franquismo. Inescrupulosamente, fue negada la petición del juez Baltazar [sic] Garzón de abrir las fosas comunes de Franco e iniciar una indagación de las atrocidades cometidas por ambos bandos, franquistas y republicanos. Pero al igual que la invención de la identidad española en tiempos de Cervantes, quizá algún día esto también merezca una historia» (pág. 174, «Memoranda. La perseverancia de la verdad»).
    Manuzio. Comentario enviado hace 11 año(s) y 234 día(s). Valoración: -.

  4. Cita 4.- «En marzo del 2000 Paul Stewart, uno de los directores de la farmacéutica alemana Boehringer Ingelheim, visitaba una clínica para pacientes con sida en el poblado de Khayelitsha, a las afueras de Ciudad del Cabo. Boehringer es el fabricante de neviropina, un medicamento usado para tratar ciertas enfermedades relacionadas con el sida, y Stewart, según un artículo de Jon Jeter en el “Washington Post” (20 de abril de 2001), había ido a Sudáfrica para evitar la producción del genérico de esa medicina. En cierto momento de su recorrido, Stewart se topó con un demacrado niño de siete años, sólo en la atestada sala de espera. El niño no tenía fuerzas ni para alzar la cabeza, y tenía el pecho cubierto de ampollas abiertas. Stewart palideció. "Quisiera para su tratamiento personalmente", balbuceó. Sabiamente, el director de la clínica le dijo a Stewart que era demasiado tarde para semejantes reacciones emocionales y privadas. Stewart tenía que hacer más que ocuparse de un solo caso desgarrador. Tenía que confrontar la inmensidad del problema, la enorme cuestión moral, el horror del cual el niño de siete años era la realidad visible, un horror en el cual la compañía de Stewart jugaba una parte intrínseca, un horror que Stewart no podía cambiar con el gesto expiatorio de sacar su billetera» (pág. 196, «III. Memoranda. El sida y el poeta»).
    Manuzio. Comentario enviado hace 11 año(s) y 234 día(s). Valoración: -.

  5. Cita 5.- «Luego, en 1566, Aldo Manuzio el Joven, nieto del gran impresor veneciano a quien debemos la invención del libro de bolsillo, definió el punto en su manual de puntuación, el “Interpujendi ratio”. Aquí, en latín claro e inequívoco, Manutius describió por primera vez su función y aspecto definitivos. Pensó que estaba haciendo un manual para tipógrafos; no podía saber que los estaba legando, a los futuros lectores, los dones del sentido y la música en toda la literatura por venir: Hemingway y sus staccatos, Beckett y su recitativos, Proust y su largo sostenuto» (págs. 202-203, «IV. Juego de palabras. El punto»).
    Manuzio. Comentario enviado hace 11 año(s) y 234 día(s). Valoración: -.

  6. Cita 6.- «La primera forma de la página tal vez fue dictada por las medidas de la mano humana. Las tablillas de arcilla sumerias cabían en la mano de un niño (el aprendiz de escriba) o en la mano de un adulto (el primer contador remoto a quien debemos el arte de la escritura). Los caprichos de las necesidades sociales y la propaganda política hicieron que la amigable tablilla creciera proporciones gigantescas: un código de leyes de Ashur, por ejemplo, del siglo XII a.C., medía más de un metro y medio cuadrado. Pero periódicamente, la página volvía a sus orígenes de fabricación: el códice de Julio César supuestamente creó doblando un rollo de páginas para enviar partes a sus tropas; el libro de hora medieval, que era para la devoción privada; los clásicos de bolsillo de Aldo Manucio; los libros de tamaño estándar decretados en Francia por Francisco I en 1527; los “paperbacks” del siglo XX. En nuestra época, el editor francés Hubert Nyssen creó el formato alargado que distingue las publicaciones de Actes Sud al medir verticalmente la distancia entre metacarpo y la punta de su dedo índice y horizontalmente de la raíz de su pulgar hasta el otro extremo de su palma» (pág. 213, «IV. Juego de palabras. Breve historia de la página»).
    Manuzio. Comentario enviado hace 11 año(s) y 234 día(s). Valoración: -.

  7. Cita 7.- «El lector ideal es el escritor justamente antes de que las palabras empiecen a agruparse en el papel» (pág. 257) | «Al cerrar el libro, los lectores ideales sienten que, de no haberlo leído, el mundo sería más pobre» (pág. 258) | «Todo libro, bueno o malo, tiene su lector ideal» (pág. 259) (V. «El lector ideal. Apuntes hacia una definición del lector ideal»).
    Manuzio. Comentario enviado hace 11 año(s) y 232 día(s). Valoración: -.

  8. Cita 8.- «La jardinería y la lectura tienen una larga asociación. En 1250 El rector de la catedral de Amiens, Richard de Fournival, imaginó un sistema para catalogar libros basado en un modelo de horticultura. Comparó su biblioteca con una hortaliza donde sus conciudadanos pudieran cortar "los frutos del conocimiento" y la dividió en tres arriates que correspondían a las tres categorías principales: filosofía, las llamadas ciencias lucrativas y teología. Cada arriate a su vez era dividido en una serie de parcelas más pequeñas ("areolae") que contenían un resumen del tema de la trama del libro. Fournival habla de "cultivar" tanto su jardín como su biblioteca» (pág. 278, V. «El lector ideal. Cándido de Sanssouci»).
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  9. Cita 9.- «Cuando leo un texto en una página o en una pantalla, leo en silencio. Mediante un proceso o serie de procesos increíblemente complejos, grupos de neuronas en secciones específicas de mi cerebro descifran el texto que captan mis ojos y lo vuelven comprensible, sin necesidad de pronunciar las palabras para oírlas. Este leer en silencio no es un arte tan antiguo como pidiéramos pensar» (pág. 317, V. «El lector ideal. El ordenador de San Agustín»).
    Manuzio. Comentario enviado hace 11 año(s) y 232 día(s). Valoración: -.

  10. Cita 10.- «En cierto sentido es inútil cuestionarse si para el lector humanista el futuro del libro conservará su forma actual. Yo supongo (pero no es más que una conjetura) que en general no se transformará muy drásticamente dado lo bien que se ha adaptado a nuestras necesidades -aunque éstas, en efecto, pueden cambiar...» (pág. 331, V. «El lector ideal. El ordenador de San Agustín»).
    Manuzio. Comentario enviado hace 11 año(s) y 232 día(s). Valoración: -.

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