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LIBROS

Título: «El manuscrito»

Autor: Julián Sánchez (1966-)

Manuzio - 11 / ene / 2010

Un libro muy entretenido que, como «La sombra del viento» de Carlos Ruiz Zafón, «La catedral del mar» de Ildefonso Falcones o «La historia interminable» de Michael Ende, gira en torno a un libro.

Está escrita muy bien y el hilo de la intriga está elaborado. Se pasa un buen rato. A pesar de ello las editoriales no han decidido publicársela hasta pasados quince años desde que acabó de escribirla.

Destacable incluso el colofón: «Este libro utiliza el tipo Aldus, que toma su nombre del vanguardista impresor del Renacimiento italiano, Aldus Manutius. Hermann Zapf diseñó el tipo Aldus para la imprenta Stempel en 1954, como una réplica más ligera y elegante del popular tipo Palatino».

+INFO:
• Las 38 primeras páginas: http://www.rocaeditorial.com/cont/catalogo/docsPot/El_Anticuario-Julian_Sanchez.pdf

• Aldo Manuzio: http://www.bellelettere.it/buffaatypi/buffaatypi4.html

--
Sánchez Romero, Julián (1966-). El anticuario / Julián Sánchez. -- 1ª ed. -- Madrid : Roca Editorial, 2009. -- 473 p. ; 24 cm. -- (Misterio). -- ISBN 978-84-92429-80-6

I. Título. II. Serie. 1. Novela de intriga

821.134.2-31"19/20"
Comentarios: 1 Valoración de : 4,0 Visitas: 2518 Valoración media: 4,0 Último comentario: hace 14 año(s) y 109 día(s)


Comentarios a este apunte
  1. Citas:

    Página 252, Mariola a Enrique.- Hazme caso: nunca sabemos cómo son las personas hasta que ya es demasiado tarde. Infringiré una de mis normas fundamentales de convicencia para las parejas y te voy a dar un consejo -continuó-: nunca jamás, bajo ninguna circunstancia, juzgues a los demás. No evalúes, no juzgues, no critiques, no opines. Cada persona es un mundo único, irrepetible, con motivaciones incomprensibles para su entorno. Y eso nos incluye a nosotros. No se trata de silenciar nuestras opiniones de los demás: se trata de no tenerlas, porque: ¿quiénes somos para juzgar? Todos tenemos nuestros errores, nuestros pecados, nuestras confusiones.

    Páginas 324-325, Enrique en un taxi.- Eran la una en punto; le daba tiempo para ir andando, pero no le apetecía hacerlo. Detuvo un taxi. Le cayço en suerte uno de esos conductores parlanchines, habituados a las tertulias de radio que pretenden arreglar el orden establecido por el vil procedimiento de la crítica continua. Para el conducto, tener un usuario silencioso resultaba irrelevante, pues era la excusa perfecta para poder explayarse a gusto. Afortunadamente, el trayecto no era largo; pese a ello, Enrique tuvo tiempo de escuchar el remedio contra el terrorismo de ETA, la solución a los males económicos del país, las fórmulas de regeneración de una vida política lastrada por la sospecha de corrupción, conocer detalles sobre su familia e incluso un remedio casero para los sabañones, todo ello adornado con un peculiar acento de emigrado residente en el extrarradio barcelonés reconvertido en charnego: ni de aquí, ni de allí, extraño híbrido convertido en muestra de un insuperable desarraigo. Al despedirse incluso tuvo tiempo para formular un comentario irónico: «¡Buenos días, y gracias por la conversación!»

    Página 325, Manolo en la Biblioteca del Archivo de la Corona de Aragón.- La bibliotecaria, una señora de cierta edad seria y de tan rígida estirada, lo contemplaba ocasionalmente con una mezcla de curiosidad y de cierto desasosiego, básicamente debido al caótico desorden que reinaba en la mesa de trabajo.

    Página 337, ajuste de la descripción.- -¡Coño!

    Fue un «coño» seco, rotundo, con el inequívoco sabor de la conclusión definitiva, de la evidencia descubierta, del triunfo obtenido, pero, fundamentalmente, fue un «coño» que evidenciaba sorpresa.

    Manuzio. Comentario enviado hace 14 año(s) y 109 día(s). Valoración: -.

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